Versión reducida para los impacientes
He ido a Valencia, he visitado el Ivam, he disfrutado muchísimo viendo la expo del 25 aniversario a modo de retrospectiva de un siglo de arte, he comido de maravilla en un vegetariano, y he vuelto a casa el mismo día. El tren de bcn a lf town de las 23h es un festival.
Versión larga para los que tienen tiempo (y ganas)
Un billete a cualquier parte siempre es estimulante. Más si el billete te lleva a un nuevo lugar. Y no hay duda que un viaje en tren le añade unes notas de romanticismo al tema… Si, probablemente ese romanticismo sea más literario y cinematográfico que real, pero oye, soñar es gratis!
Y tu tren sale puntual de bcn city para llegar a Valencia en el horario previsto. La primera impresión de la ciudad “aquí hay muchos sex-shops no?”, y la segunda impresión “pero que bonita es Valencia!” Tú te la habías imaginado industrial y oscura, pero no, es monumental, mediterránea, luminosa y preciosa.
Un pequeño paseo hasta la plaza del ayuntamiento, el bus nº 5, y directa al IVAM. Piensas verlo todo, primero la expo del XXV aniversario, después la permanente de Julio González y terminarás con las tres temporales. Te has comprado barritas sustitutivas porque sabes que hoy no comes, quieres verlo todo pero tienes hora límite, a la tarde vuelves a casa.
Cronológicamente toca hablar de las expo, pero hago un salto.
Son casi las 4 p.m. y sólo has visto dos expos! Decides que suficiente, no das para más. Y todavía borracha de tantos estímulos, y presa (no diré el síndrome de Stendhal, pero sí) de un entusiasmo desbordante por todo lo que has visto, divagas por callejuelas en busca del centro de la ciudad. Notas algo. Es hambre. Y le pides un guiño al universo para que te regale un sitio bonito donde apaciguar tu mente y alimentar a tu estómago. Giras una esquina, a lo lejos ver un grafiti, agudizas tu vista de lince (lince miope of course), lees la palabra “terraza” en color verde rodeada de motivos frutales. Te acercas, es una placita pequeña en una de esas calles estrechitas por las que no pasa nadie, corre un airecillo divino, sol y sombra a escoger, cantan los pajarillos, repican las campanas (voto a dios que todo lo que cuento es verídico) Y ahí está, un milagro, es un VEGETARIANO. Si me emociono por la mañana delante de un Tàpies (eso os lo cuento luego), he llorado delante de una lasaña (esto no es literal) (Tomar nota: Restaurante Vegetariano La Lluna, calle San Ramón 23, 46003 Valencia, el más antiguo de la ciudad, que ya es casualidad que haya yo pasara por allí!)
Y bueno en fin, va siendo así como, con algún que otro detalle que omito por ser de escaso interés general para los lectores de este extraño blog, vuelvo a casa. Y si, el tren de bcn a lf town de las 23h es un festival.
Y ahora sí, vamos al lio, el IVAM
Decidí acercarme a ver esta expo porque pensé que me permitiría ver todo el s.XX (en cuanto a arte se refiere naturalmente) en una secuencia ordenada cronológicamente con obras representativas de todos los periodos. Y así ha sido.
Os prometo que una vez delante del IVAM me he dicho “Cris, has de darlo todo. Desaloja tus ideas, prejuicios y opiniones y simplemente mantente atenta y abierta”
Así que dejo manias, chaqueta, libros y demás bártulos en taquilla. Que nada me moleste. Subo las escaleras. Cruzo las puertas de la primera sala. [INCISO: las puertas del IVAM se empujan, no hagáis como yo, en cada puerta que cruzaba esperaba pacientemente a que se abrieran lateralmente, pero no, no lo hacen, las tienes que empujar]
Y ala, la primera en la frente! “Océaniel: le ciel” un enorme tapiz de Matisse me da la bienvenida. Toma ya! Y desde aquí, y sólo como introducción “The Lutteurs” de Picasso, “Tempus Fugit” de David Smith, “Tête de femme” de Picasso y Julio González…
Y a partir de este momento empiezan ya, sala tras sala, la evolución completa de las vanguardias: el expresionismo, el cubismo, futurismo, la metafísica, el surrealismo, el informalismo europeo, el expresionismo abstracto americano, el posmodernismo, y hasta hoy! Cada etapa introducida por una explicación tan cuidada como innecesaria, las obras hablan solas, os-lo-pro-me-to.
Os puedo hacer el repaso completo de todo lo que he visto:
En la primera etapa esculturas de Gargallo, poemas ilustrados Robert y Sonia Delaunnay, móviles de Calder, los discos ópticos de Duchamp (me pregunto porque la gente no sigue las instrucciones y se tapa un ojo, es que si no se tapan un ojo no sé qué carajo miran!), y mucho más. Me ha faltado ver en esta primera etapa algún Ernst Ludwig Kirchner (con las ganas que tengo de ver algo suyo en directo!) y también algún Modigliani (que tampoco he visto nada suyo en en vivo y me muero de ganas por hacerlo, a ver si tendré que hacer una escapada exprés a Paris…, hay Ave a París?)
Y alcanzas la segunda fase de la expo que recorre los años que van desde los 50 a los 90, toda la atención en informalismo europeo, el expresionismo abstracto americano y más tarde el pop art. Y si, te pasa lo impensable: Olvidas todo lo demás y te centras porque aqui, porque aquí está “Gran díptic roig i negre” de Tàpies (1980) Y lloras (literalmente). Y no lo entiendes. Pero si, unas lágrimas húmedas y saladas resbalan por tu mejilla.
Sabéis verdad que una vez estuve en el taller del restaurador oficial de Tàpies, Mr. Jesús Marull? Si, allí estuve yo, rodeada de Tàpies. Y “mi artista”, Ángela Álvarez, la apuesta de la sala, artista que preside el salón de mi casa con un cuadro de 170x140, artista que diviniza a Tàpies y al que suele homenajear.
Pues a mí no me gusta Tàpies. No me va mucho el tema de lo matérico y los ensamblajes. Y sin embargo... ayer lloré delante de un Tàpies, y por alguna clase de fuerza sobrenatural no podía salir de su campo de visión. Me senté en el suelo y lo fotografié meticulosamente con la óptica de mi retina. “Gran díptic roig i negre” me pareció: PERECTO. Equilibrio absoluto entre cosidos y descosidos. Texturas, color y formas toman el absoluto protagonismo a partes iguales. Unas tijeras de apariencia inocente, una pequeña esfera por aquí, una y otra cruz por allá. Incluso los bordes de la madera no están dejados al azar. Todo parece milimétricamente calculado para dar vida a un imaginario que a mí me sugiere “desentanco” (la obra es de 1980, yo creo que para entonces ya había tenido tiempo de hacer su particular “reconstrucción” para caer de nuevo en asombro y pesadumbre, así me lo pareció a mí…) Pero en cualquier caso, pongámonos en el ítem “no hay nada que entender, te llega o no” Pues ayer, y creo que por primera vez, Tàpies, me llegó.
Y después ya no hubo ni Miralles, ni Chillida ni Jasper Johns para mi. Warhol siempre es gracioso, ya sabemos cómo era el amigo Warhol. Un apunte especial para Yves Klein ya que hace unos días comentaba su obra con Pilar Perdices y me gustó verla en directo.
Tercera fase. Mi opinión? No querréis saberla… Salvo una foto que había sin título de Humberto Rivas, una puerta en una pared, sin más, preciosa, b/n, con un degradado de gris a negro precioso. Me atrevo a cargarme algo? Va, me atrevo, si total… Carmen Calvo. Y no digo más.
Y de esta expo a la permanente de Julio González
MA-RA-VI-LLO-SA Exquisito montaje, preciosa iluminación, un atrezzo delicioso de luces y sombras y “mujer ante el espejo”
Y ya no me enrollo más porque me ha salido una entrada muuuuy larga, que no voy a documentar con fotos para que le deis a mr google y busquéis lo que os apetezca, será señal que os he despertado un poco la curiosidad.
Ah, pero termino con una cita que he leí en el viaje en tren de camino a Valencia de Giulio Carlo Argan que dice así:
“Para la sociedad americana que está orgullosa de su propio orden y de su propia productividad, Pollock plantea un dilema: conformarse con la bonita forma de sus productos de consumo o, si quiere arte, ir a buscarla en el torbellino del inconsciente, en el drama del ánimo humano”
Si omitimos la palabra “americana” nos queda una sentencia que se ajusta perfectísimamente a esta nuestra sociedad capitalista. Ala, ya os dejo, por si queréis salir a comprar… arte?
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