Estoy recuperando el hábito de ver películas. Lo había perdido.
Nunca he sido muy tecnológica así que durante años he convivido con una televisión normal, pequeña, sin demasiadas virguerías. Pasó que cómo la programación televisiva cada vez se ajusta menos a mis gustos personales dejé de conectarla.
Hace algún tiempo me aboné a los canales de una conocida marca de telefonía (cómo soy muy correcta evito nombrar marcas, además, si quieren que las promocione que me retribuyan por ello!) La cosa es que la variedad de canales me invitó a conectarme nuevamente.
Pasó también que una perversa influencia me convenció de que adquiriera una nueva televisión GRANDE y técnicamente preparada para conectarla a un pen drive, discos duros e incluso al ordenador directamente! En suma, un nuevo mundo lleno de oportunidades para mi!
La cosa es que he recuperado el hábito de ver películas. Eso si, cómo mis neuronas están muy depuradas por haber estado tanto tiempo en una burbuja aséptica no puedo ver cualquier cosa y procuro seleccionar con mimo.
Son muchas las películas referidas al mundo del arte y los artistas. No hago una lista porque me dejaría muchos títulos, en este enlace encontraréis todo y mas: https://totenart.com/noticias/las-peliculas-de-un-artista/
En este tipo de cine a menudo se habla de la frivolidad que rodea al mundo del arte. Sobre los galerías en particular, y perdonar que incida en esto pero es la parte que más me toca, se suele proyectar la imagen de que somos vendedores de humo. Hace unos días vi dos películas:
"El artista" de Mariano Cohn y Gastón Duprat:
Ya os lo digo, no es para todos. Lenta, varios fundidos en negro y mucha cámara fija. No habla del arte, más bien revisa todo lo que rodea al artista denunciando la frivolidad de este mundo: galerías, críticos, públicos...
El "artista", el protagonista de la película, es un farsante. En realidad es un cuidador de ancianos que descubre los dibujos que realiza uno de sus pacientes. Decide presentar estas obras en una galería como si fueran suyas y así se desencadena una sucesión de escenas en las que se pretende poner de manifiesto la ridiculez que rodea al mundo del arte.
Lo curioso es que la película si da por sentado que realmente las obras si son profundamente talentosas y tienen verdadero valor artístico.
"Untitled" de Jonathan Parker:
Podría parecer una comedia ridícula sobre treintañeros en Nueva York. Pero no. Habla de los procesos creativos, de egos artísticos y de la vulgaridad del mercado del arte moderno.
La película se echa unas risas hablando de la inspiración artística, yo también me reí, y define con precisión el personaje de la galerista. Ella comprende perfectamente la diferencia entre el mercado del arte, el valor artístico y la frivolidad que rodea al mundo del arte. Por eso respecto este personaje:
- Porque tiene un negocio y se encarga de obtener beneficios económicos para sostener su proyecto.
- Porque conoce las reglas del juego y sabe cómo moverse en la frivolidad de este mundo.
- Porque es honesta consigo mismo y no pretende venderse exhibiendo obras por las que ella no se conmueve.
Es complejo lo que pretendo explicar así que atento:
El valor artístico y el precio de mercado no son la misma cosa y no tienen porqué coincidir. Es así. Son muchos los motivos que inciden en el precio de una obra y a veces el último motivo, por absurdo que parezca, es el valor propio de la obra. Es decir, que si, a veces el precio de mercado está por encima o por debajo del valor artístico.
También ocurre otra circunstancia. A veces si que coincide el valor artístico y el precio de mercado, como en el caso de la película "El artista", pasa que el pretendido artista es incapaz de defender su obra, así pues, el precio de mercado es alentado por justificaciones ajenas al creador.
Lo que intento decir con mucho esfuerzo y creo que con escaso éxito, es que el precio de mercado de una obra de arte responde a muchos inputs y que todas los agentes que inciden (artistas, galeristas, críticos, públicos, marchantes....) pueden ser responsables a partes iguales del acierto o despropósito del precio final de la obra.
No sólo los galeristas decidimos el precio de una obra, ni mucho menos.
Y al final,
no siendo esta la intención con la que empecé a escribir esta entrada,
lo que demuestra que mi extraño discernir fácilmente escapa a mi voluntad,
termino por hacer un alegato en defensa de los galeristas.
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