Ayer inauguramos nueva exposición de pintura con las obras "Paisatges interiors" (Paisajes interiores) del artista Camil Giralt.
El título y el espíritu de la muestra remiten a la voluntad del artista de compartir con el espectador su mundo personal.
No hay duda que dibujar el horizonte es siempre un desafío: pictóricamente es el punto de peso de la obra donde se concentra la mirada del espectador. Metafóricamente es el límite al que podemos llegar, paradójicamente sin embargo, el horizonte es un punto inalcanzable.
Las obras de Camil Giralt esconden densas capas de colores que van fusionándose hasta convertirse en espacios de luz. Sus horizontes, líneas divisorias que definen diferentes espacios en el cuadro, aportan equilibrio y junto al uso de armónicos colores favorecen la sensación calma y tranquilidad.
Las pinturas de Camil Giralt podrían confundirse con capas de colores abstractas si se las “ve” sin mirar, no en vano es así exactamente como se puede definir el horizonte, como un punto de vista conceptual. Pero si hacemos el ejercicio de dedicar un tiempo a “mirar” nos daremos cuenta que Camil Giralt nos invita a una contemplación pausada para favorecer una mirada introspectiva y una reflexión consciente sobre nuestros límites y nuestra capacidad para ir más allá.
Colores que fluyen, pinceladas definidas y una delicada división horizontal que nos llevan a un lugar indefinido donde todo acaba y al mismo tiempo donde todo puede volver a empezar.
A mis alumnos, a los socios de Artemisia, ayer durante la inauguración, esta mañana en la hora y media que hace que la sala está abierta, observo algo: delante de las obras de Camil todo el mundo baja un cambio, ralentiza las revoluciones, se regala unos minutos de silencio...
Y así es como constato que Camil Giralt es un artista con mucho talento y que esta galería se ha convertido en un espacio que favorece la reflexión consciente y un refugio para la conversación pausada. El lugar que siempre he pretendido que sea Artemisia.
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