Mi cabeza es un galimatías... a ver si escribiendo pongo algo de orden...
Salí esta mañana de casa. Tenía un plan. Había quedado. Una expo era la excusa, aunque si tenía muchas ganas de verla. Un café, un rato de charlita…. Ese era el plan.
Sucede que a veces los planes se desvanecen “como lágrimas en la lluvia”… (Excusarme la alusión, ha sido más fuerte que yo, no he podido evitarlo).
En fin, a pesar de todo, no iba a pasar el café por alto. Así que me detengo en una terracita estupenda, la busco y seguro que no la encuentro, pero a veces el azar si te juega buenas pasadas. El sol de cara, un camarero guapo (que nunca está de más), un café espumoso…
Hoy Virginia me acompaña (un libro que procuro no terminar nunca, lo leo a pequeños “sorbos” para que dure más, escribe tan bien esta mujer...) Y leo:
“(…) una imagen sólo sobrevivirá en el sorprendente depósito en que ponemos los recuerdos si tiene la suerte de unirse a alguna otra emoción que la conserve. Las imágenes se casan de manera incongruente (…) y así se mantienen mutuamente vivos” --- “(…) imágenes (…) se borran y desaparecen porque no encuentran la pareja adecuada” --- “Las grandes imágenes habrán perecido por falta de pareja”.
Me ha hecho pensar. Una imagen oye y huele. Una imagen transmite calor y frio, conmueve y estremece… En suma, una imagen no es nada sin una emoción que la acompañe.
Y así, con este pensamiento… entro en el Palau de la Virreina para ver la expo de Sophie Calle.
[Hago un inciso imprescindible: que derroche de recursos para esta expo, que dossier, que catálogo, que bien montado todo. Menudo gustazo. Y que pasada ver una sala de exposiciones tan abarrotada de gente, que a ver, que yo prefiero andar más desahogada, sí, pero oye, que emoción ver tanta gente disfrutando de arte un domingo por la mañana. Lástima que esto sólo ocurre con las expo mediáticas… fin del inciso]
Visito la expo sola, no era el plan, sin embargo… así lo ha querido la ventura, por algo será… Esta autora hace trabajos tipo conceptual, con un discurso perfectamente construido detrás, las palabras dan soporte a su obra. Te guste o no, la tipa no hace nada que sea gratuito. Por ello, todo mi respeto. Y si encima el resultado me flipa, ya no os cuento…
Parte de sus trabajos están puestos en relación a terceras personas. Parte de sus trabajos se inspiran en su propia autobiografía (aunque ya me gustaría saber a mí que es real y que es ficción)
Sea como sea, los trabajos de la Sophie se sustentan en las palabras. Algunos defienden que el arte ha de explicarse por sí mismo. Puedo estar de acuerdo, a veces, entre el blanco y el negro hay una amplia gama de grises.
Sala 5. Cuatro proyecciones simultaneas en pantallas enormes. Una por cada pared de la sala. Reza el dossier de sala [no es hoja no, es dossier, fantástico] “En Estambul, ciudad rodeada de mar, conocí gente que no lo había visto nunca. Filmé su primera vez”.
La secuencia de las cuatro proyecciones es la misma. Un mar de fondo y en primer plano una persona de espalda a la cámara, mirando al mar. Por bso, el rumor de las olas. Al cabo de unos minutos, la persona se gira. Estan justo en frente a la cámara, pero ninguno de ellos la mira. Sin embargo la cámara se aproxima, y si, traspasa el ojo y llega al nervio, y llega a la mirada limpia de cada uno de ellos. Y lo que ves es pura emoción. Os prometo, se me ha resbalado una lágrima. Las imágenes del mar que vieron estas cuatro personas encontraron su pareja.
Hay más salas, más propuestas sobre la experiencia del mirar, y del sentir.
Y he salido del Palau de la Virreina. Virginia volvía a mi cabeza una y otra vez. La imagen no es nada sin la emoción.
En la calle he visto a tres chicos, se hacían un selfie mientras se echaban unas risas. Una imagen que recordaré, como las risas que yo me he echado mientras me hacía selfies con mis amigas.
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