ÚLTIMAMENTE tengo mucho trabajo. Me falta tiempo para ver buenas películas (las malas ya no las veo desde hace mucho), descubrir nuevos libros y escuchas mis programas favoritos de RN3.
(Me encantan los nombres de los programas de RN3: Hoy empieza todo; Duendeando; El vuelo del Fénix; La hora del bocadillo; El bosque habitado; El gran quilombo; El séptimo vicio; Fallo de sistema; Pedóname si no vuelvo a casa esta noche; Mundo babel; Lapsus; Todos somos sospechosos; Tres en la carretera; y mi favorito de todos, Cuando los elefantes sueñan con la música. Pero mi programa favorito por contenido es Videodromo)
Decía que tengo mucho trabajo y he perdido la buena costumbre de escribir mis cosas en este blog. Para colmo, hoy que me pongo, resulta que he amanecido medio nublada y poco inspirada.
Llevo muchos días dando vueltas a la idea de que tal vez estoy en el país equivocado. Si, buen clima (aunque a mi el calorcito plin, me gustan los días grises), buena comida (aunque yo practico hace años la dieta vegetariana, y el tofu es tofu en todas partes), gente extrovertida (aunque yo arrimo hacia el carácter catalán, pocos y bien avenidos suficiente). ¿Qué me queda pues?
Es una mala costumbre estar quejosa lo sé... Pasa que tengo la impresión de que a mi alrededor se están perdiendo dos cosas:
1) Las buenas formas como saludar al entrar en un establecimiento, disculparse cuando tropiezas con alguien, responder un mail, dar las gracias, y cosas así. 2) El interés por cualquier cosa que se aleje de nuestro universo particular.
EL OTRO DÍA estábamos en la sala tres personas, un café y una charlita. Una tarde de viernes sin prisas. Y sucedió lo que otras veces, al despedirse me dijeron más que entusiasmados "muchas gracias, ha sido muy agradable" cómo si hubiera sido la bomba. Fue una café y una charlita, no más, ninguna extravagancia. Y me da por pensar.
Estamos perdiendo la costumbre de ser espectadores. Con "espectador" me refiero al sentido amplio de la palabra: mirar una película, visitar una exposición, leer un libro, escuchar en una conversación o atender cualquier circunstancia que no seamos estrictamente nosotros. Da la impresión que detenerse para mirar o escuchar es una pérdida de tiempo. Es como vivir en un take away permanente, todo parece ser así "rápido, rápido, que hay prisa". Estamos ocupadísimos y no tenemos tiempo para nada. Y lo peor, no nos interesa.
Decía Boris Groys (crítico de arte):"En la sociedad contemporánea nadie es capaz de la contemplación. Hoy día, todo el mundo es artista, todo el mundo quiere decir algo, escribir algo, colgar algo en internet. Todo el mundo está interesado en hacer cosas, pero nadie tiene tiempo ni interés por mirarlas" Me pesa decirlo, pero estoy de acuerdo, a mi muchas cosas me resuenan a "Si no lo he hecho yo, no me interesa. Además, no tengo tiempo".
Lo que si hacemos es opinar, esto si, pero en base a nuestras creencias personales fundamentadas en no se sabe que, sin ninguna justificación analítica producto de la reflexión. Nada legitima esas creencias. Y por ahí, diría yo, vamos mal... Dijo Borges "al fin y al cabo, las opiniones son lo más superficial que hay en alguien"
¿Por qué no considerar que convertirnos en espectadores es como una pausa, un descanso? Pero no como una evasión, más bien como una estrategia para no decaer, para demostrar(nos) que no somos unos simples consumidores de vida "take away" carente de interés. Estrategia para invitar a la reflexión y a la opinión basada en el rigor y no en el populismo.
Pero no sé si en otras latitudes las "NO prisas" estan más instauradas que aquí o sólo es una falsa creencia mía.
Igual yo también he de buscar el tiempo para recuperar este blog.
Que cosas...
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