Hoy ha entrado un señor a la sala, “que riqueza de colores” me ha dicho sobre la obra de Manel. “Estas masas de cálidos que le dan esta atmósfera impresionista, tan turtiana” (léase, derivado de Turner, el pintor). Y sigue “Se ve que este artista es un buen conocer del color. Muy equilibrados. Me gusta esta franja de color horizontal abruptamente desgarrada por toda esta explosión!” Se refiere a este cuadro, “Paisatge a contrallum”.
Así, sin más. En breves minutos me ha dicho todo esto. Un señor seguramente ávido de haber visto muchas obras, pisado muchas salas, disfrutado con mucho arte. Porque este señor se conoce de largo que se ha educado en el mirar, vamos que no ve cuadros, los mira.
Define el María Moliner el concepto ver como “poseer el sentido de la vista y percibir algo por el sentido de la vista”. Y el concepto mirar como“aplicar a algo el sentido de la vista, para verlo” Ergo, vemos todo lo que miramos, pero no miramos todo lo que vemos.
Decía C.S Lewis "En el mirar existe intención. Hemos decidido qué ver. Exigimos la mirada para captar en ella el reflejo del alma" Sin embargo, atendiendo estas palabras, no hay duda que se puedes ver sin sentir nada.
A veces no nos atrevemos a mirar a los ojos de quien tenemos delante, o peor aún, preferimos que no sean otros quienes nos miren a los ojos, porque nuestra mirada podría revelar algo de nosotros mismos. De manera instintiva (y subconsciente) conocemos el valor y el poder de la mirada que traspasa todo y más de lo que a simple vista podemos ver.
Tal y como yo lo “veo”, lo que nos hace profundamente humanos (y nos distancia de mis estimados replicantes) es comprender lo que se esconde detrás de todo lo que vemos. Comprender como sentir.
De ahí la importancia de las cualidades humanísticas en la educación. De las clases de filosofía, pensamiento, ética y arte. Porque sólo si nos enseñan a mirar, sólo así, disfrutaremos plenamente de las emociones que nos inspira un apasionado rojo en una puesta de sol, un verde primavera en un paseo de media tarde, un azul intenso en las profundidades del mar… porque eso es lo que somos, porque son esos colores los que nos hacen sentir vivos.
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